
05 Jun “Si el Titanic hubiera estado soldado en vez de remachado, probablemente, no se hubiese hundido…”
Así lo explicó Fernando, profesor de Grado Medio de Soldadura y Calderería, en las III Jornadas sobre Soldadura, destinadas solo para mujeres, que se celebraron el pasado 22 de mayo en el CFO. El objetivo principal de estas jornadas es hacer ver a las chicas que pueden formarse en este terreno y dedicarse a ello profesionalmente. Como prueba de ello, estuvieron presentes Zuriñe Viana y Estela García, dos de sus exalumnas que, además de ofrecer clases magistrales a las asistentes, corroboraron que la soldadura no es solo cosa de hombres. Ambas se formaron en el centro, las dos buscaban una salida laboral más interesante y mejor remunerada y hoy coinciden también, en que su trabajo como soldadoras les encanta.
A las cinco de la tarde, nos recibió Fernando en su taller dispuesto a explicar cómo la soldadura, sin que seamos conscientes de ello, nos ha cambiado la vida. Lo argumentó con auténticos episodios de la historia como, por ejemplo, que si el Titanic, que se hundió en 1917 tras chocar con un iceberg hubiera estado soldado, con toda probabilidad se hubiese salvado. Los ingenieros demostraron que la plancha que chocó con el iceberg, al estar remachada y atornillada, se rasgó, se rompió entera y en poco tiempo se hundió el barco.
También nos contó que, si Gustavo Eiffel hubiese conocido las técnicas de la soldadura, seguramente hubiera podido hacer una torre el doble de alta, más ligera y resistente, pero cuando la construyó no se conocía aún la soldadura, así que la hizo con vigas y chapas remachadas.
Aunque el acero existía entre nosotros desde hace cuatro mil años, en un principio solo se tenía en formato pequeño y no se podían hacer estructuras muy grandes y de una sola pieza; “como mucho se podían empalmar unas planchas a otras atornillándolas, remachándolas y fue así como se construyeron la torre Eiffel, el puente colgante de Portugalete o el Titanic…”.
Un ejemplo más nos hizo volver la vista hacia otro episodio de la historia, que nos situó en la Guerra del Pacífico: “Japón perdió la guerra contra Estado Unidos por varios motivos, pero uno de ellos fue que los americanos habían evolucionado en técnicas de soldeo y podían construir barcos cuatro veces más rápido que los japoneses; así que, si les hundían un barco, tenían construido otro en solo dos meses. Los japoneses tardaban entonces un año entero en hacer un barco nuevo”.
Después de ilustrarnos con ejemplos, de explicarnos las diversas técnicas de soldadura y de remarcar lo poderosa que es esta industria en el País Vasco, su taller se convirtió en el escenario de una clase animosa y magistral en la que, sobre todo, Zuriñe y Estela hicieron las veces de maestras de ceremonia.
La decisión de Zuriñe de entrar en el mundo de la soldadura estuvo motivada por la cantidad de anuncios que veía en prensa en los que se pedía personal con dicha formación. De las dos únicas alumnas que estaban en su curso, solamente ella lo terminó. Se sintió bien acogida por sus compañeros y estuvo tan a gusto con ellos como con el profesorado. “Lo que más me gustaba eran los retos que nos ponían los profesores en el taller y también me motivaba mucho trabajar en equipo”. Hoy también trabaja en equipo junto a electricistas, carpinteros y pintores, aunque sigue siendo la única chica soldadora en la empresa en la que se dedica a la soldadura artística. “Es muy diferente a cualquier otro trabajo, ya que un día haces una escultura de una ballena, como la que está en el muelle de Castro Urdiales, y otro día, por ejemplo, te dedicas a crear carrozas”.

Estela entró en el grado de soldadura sin tener ni idea de lo que era soldar y además, era su última opción de las diez prescripciones que hizo. Apenas tenía veinte años y no sintió demasiado apoyo por parte de su entorno más cercano. Entró un tanto intimidada, ella era la única chica en clase y reconoce que, al principio, no estaba a gusto y tampoco se imaginaba dedicándose a ello profesionalmente. Sin embargo, hoy confiesa que formarse en Soldadura y Calderería fue una de las mejores decisiones que ha tomado en su vida. Tiene un trabajo estable y bien remunerado en una importante empresa aeronáutica en la que se dedica a reparar defectos de fundición. “Siempre estaré agradecida a Otxarkoaga y especialmente a Fernando, porque su apoyo fue impresionante, por las facilidades que daba y porque todo lo que me ha ayudado no está pagado. He conseguido muchas cosas gracias a la soldadura, he ganado calidad de vida, hoy me encanta mi trabajo, está muy bien remunerado, es interesante, muy entretenido y delicado”.


Fernando nos dio sólidos argumentos sobre cómo la soldadura ha cambiado nuestra vida. Sobre todo, cuando a principios del siglo XX se empezó a investigar cómo se podrían hacer grandes chapas, con lo que fue posible hacer barcos más resistentes, puentes con menos material, más largos y también más resistentes. “El Empire State de Nueva York, el primer gigante en rascacielos y que se construyó en 1920, ya se hizo mediante soldadura y de no haber sido con esta técnica hubiese quedado más pequeño…”.
De la misma manera que la soldadura ha evolucionado a lo largo de la historia, es necesario hacer evolucionar también la mentalidad de quienes piensan que es una profesión exclusivamente de hombres. Fernando reconoce que “Cada vez hay más mujeres, aunque sigue siendo un sector masculinizado”. Además, Zuriñe y Estela son un claro ejemplo de ello.
ENLACES:
RMS Titanic – Wikipedia, la enciclopedia libre
Torre Eiffel – Wikipedia, la enciclopedia libre
Puente de Vizcaya – Wikipedia, la enciclopedia libre
Guerra del Pacífico (1937-1945) – Wikipedia, la enciclopedia libre